Había pasado por varios crushes... y varias lagrimas. No soy complicada, por lo que no me gustan las relaciones complicadas... Además de que no he tenido mucha suerte, está bien... Uno con una novia, uno con más amigos que neuronas, uno enamorado de mi mejor amiga... dije, ok, basta! Esto no es para mí! Tengo un futuro por delante y tengo que concentrarme en el, ya me preocuparé después por estarlo buscándolo y tronándome la cabeza preguntándome si lo estoy haciendo bien.
El caso es que el tiempo paso, y si a veces me sentía sola, ero después de ver lo que mis amigos y hermana pasaban me alegraba de ser soltera. Conoces a un chico en la fiesta y te la pasas bien con el -entiéndanme, no refiero a tener relaciones-, sin estar pendiente de todo.
Y entonces mi último año en la preparatoria llegó. Y yo estaba emocionada y nerviosa, y aunque no lo crean, los chicos eran mi último pensamiento. En mi mente solo había metas, grandes sueños y los pasos fríamente calculados para lograrlos.
Entonces a la segunda semana los de intercambio. No sabía cuántos eran, solo conocí a una chica, era belga y muy linda.
Es enserio, nunca pensaba mal de nadie y era muy alegre y positiva, todas parecíamos unas malditas víboras junto a ella, pero bueno, para no usar su nombre, la llamaré Lizzie (sí, se que ese no es un nombre belga).
Bueno, el caso es que me empecé a llevar muy bien con ella, digo yo entendía como debía sentirse. Imagínense en un país súper lejano del tuyo, donde casi nadie habla tu idioma, completamente sola... el inglés me fue más útil que nunca!
El caso es que sin previo aviso, sin si quiera haberlo visto de lejos, apareció!
Era alemán, y se acercó a saludar a Lizzie, aun así me sentí en un momento tipo de película. Era muy alto, como una cabeza y media más alta que yo -y eso que yo era de las más altas en mi grado!-, era rubio y con unos ojos muy azules.
En un principio me tomó por sorpresa. Es decir, no te imaginas que aparezca un chico así y te salude con un Hi! con una voz grave -y muy sexy!-.
Pero ni en ese momento pensé: Wow, es él! No, nada que ver. Lo traté igual que a Lizzie. Al él lo llamaré Hunter (no utilizaré los nombres originales de nadie, ok, por seguridad).
Bueno, el caso es que fuimos a la cafetería. Gosh! La fila era enorme, pero ni Hunter ni yo íbamos a comprar, así que esperamos a Lizzie y pues obviamente, por ser social, empezamos a hablar.
Mi inglés no era muy fluido, porque no había tenido con quien practicarlo, pero aun así nos entendimos. Imagínense mi cara cuando me dijo que tenía quince! Yo juraría que era más grande que yo! En ese entonces yo tenía diecisiete.
Pero bueno, hablamos de cosas sin importancia, pero no las pasamos bien. Cuando nos dimos cuenta Lizzie había desaparecido y el receso había terminado.
Nos fuimos al salón platicando y riendo, y cuando nos separamos me preguntó cual era mi salón y que esperaría por mí para salir juntos al segundo receso.
No me di cuenta hasta que llegué al salón que estaba sonriendo! Y me di cuenta que nunca nadie había sido tan considerado como él. Mis amigos obviamente me empezaron a molestar, pero yo no me quería ilusionar por dos razones: uno, lo acaba de conocer y dos, no me quería ilusionar, porque ya sabía por experiencia lo que estaba por venir. Sufrimiento...
Es una historia real que me sucedió, de la que aprendí y la cual quiero compartir con ustedes. No es toda la historia, la iré publicando por partes. Espero que les sirvan algunos de los consejos que definitivamente, a mí me sirivierón.
